Es evidente que la caída del Real Madrid se debe a una combinación de circunstancias, unas inevitables y otras desafortunadas, pero también hay realidades que tienen que ver con las decisiones de la dirección del equipo. Empecemos diciendo que la sanción de cinco partidos a Cristiano le ha privado de un inicio de temporada normal, desde entonces parece presionado y con ansiedad. Las lesiones han mermado mucho al equipo, en especial las de los laterales Marcelo y Carvajal han creado inestabilidad en las bandas y no han teñido recambios solventes. Ha habido otras bajas menos decisivas pero también perjudiciales: Benzemá, Casemiro, Bale, incluso Keylor. Con estos factores en contra, sigue siendo más decisivo el mal estado de forma de los dos centrocampistas que llevan el timón, Kroos y, sobretodo, Modric. El croata está cansado, lleva muchos partidos y a su edad lo notan mucho las piernas y la cabeza. Sin su despliegue el Madrid pierde mando.
Ante este panorama las decisiones del entrenador tampoco han ayudado. Es significativo que Asensio pasase de ser el mejor en las dos Supercopas a suplente y meritorio. El chaval parece haber retrocedido a la casilla de salida, como si no tuviera clara su función y su puesto. ¿Dónde juega Asensio? Otro caso peculiar es el de Dani Ceballos, un mediocentro por el que se peleaban varios equipos grandes este verano y en el Madrid es suplentísimo y juega muy poco a pesar de que entre los teóricamente titulares hay gente muy trillada. Y luego hay decisiones en las que se empeña el entrenador como la de poner a Casemiro de tercer central, sacándole de su sitio natural donde se coloca siempre bien y exponiéndole cerca del área donde no mide igual los espacios y se arriesga demasiado. Son momentos de incertidumbre en el vestuario blanco. La plantilla es larga, pero puede no estar siendo bien utilizada. Y además parece claro que se ha perdido tensión competitiva, como si no hubiera la competencia necesaria para ser titular. Las rotaciones pueden ser buenas en su justa medida, pero a veces despistan demasiado a algunos futbolistas, que sonríen demasiado incluso cuando son suplentes. Ahora es el momento de que Zidane demuestre si es The Best.