Decir José Emilio Santamaría es hablar del punto iniciático de la majestuosa historia del Real Madrid y de uno de los mejores defensas de la historia del club. Junto a los Paco Gento, Alfredo Di Stéfano o Ferenc Puskas formó parte del grupo que ganó seis Copas de Europa entre 1956 y 1966. “Aquel equipo le dio al club el prestigio y la notoriedad en el mundo entero”, explica Santamaría a Digital Football Community. Con la leyenda blanca conversamos sobre el fútbol de aquella época y el contemporáneo, del genio de Di Stéfano y de la actualidad del Madrid, que vive su época más gloriosa a nivel europeo desde la que protagonizaron Santamaría, que jugó 337 partidos con la camiseta blanca, y sus ‘colegas’.
Un grupo de amigos
Santamaría (Montevideo) llegó al Madrid en 1957 después de una exitosa carrera en el Nacional. Se incorporó a un equipo que había ganado las dos primeras Copas de Europa y que en los próximos años ganaría cuatro más. “Llegamos dos o tres jugadores, hijos de españoles, que vinimos de fuera y le aportamos otra experiencia añadida a lo que ya era un equipazo”, cuenta Santamaría. Alfredo Di Stéfano era en aquel momento el mejor futbolista del planeta. “Pero entonces no existían los egos. Nosotros éramos un grupo de amigos en el que nadie era mejor que nadie. Teníamos fenómenos como Di Stéfano o Pancho Puskas, pero a la hora de la verdad éramos todos uno”.
La vocación del equipo, que casi siempre jugaba con cuatro o incluso cinco delanteros, siempre era ofensiva. “Los rivales se nos cerraban e intentaban salir a la contra. Como defensa había que estar muy atento”.
Di Stéfano, el jugador más completo
En ocasiones, los aficionados del fútbol nos perdemos en debates sobre quién es el mejor de la historia. A veces, desde la arrogancia de la inmediatez. Santamaría jugó en uno de los mejores equipos jamás creados y ha sido testigo de casi un siglo de fútbol. “No se puede hablar del mejor de siempre porque ha habido y hay muy buenos futbolistas”, zanja. Todos los que lo vieron hablan de Di Stéfano como el primer jugador total, quizás el pionero del futbolista moderno. “Es el más completo que yo he visto”, empieza Santamaría. “Manejaba bien las dos piernas, atacaba, defendía y remataba de cabeza. Además se movía por todo el campo, tiraba desmarques constantemente y podía jugar por la banda y también por dentro”. Más allá de todo eso, Di Stéfano tenía un carácter gregario cuya presencia se ha ido diluyendo en muchas de las grandes estrellas contemporáneas. “Trabajaba como todos para el equipo. Era un ejemplo porque si él se movía, nos teníamos que mover todos”.
La mágica final contra el Eintracht
La sublimación del aquel Real Madrid se produjo en Hampden Park el 18 de mayo de 1960 en la final de la Copa de Europa contra el Eintracht de Frankfurt. Fue el primer partido de esta competición retransmitido a casi todo el mundo vía satélite y una noche mágica en la que el Madrid venció por 7-3 con cuatro goles de Puskas y tres de Di Stéfano. “Hubo mucha propaganda informativa de que era un equipo más joven que nosotros y muy bueno, y realmente tenían mucho talento. Se nos adelantaron y todo… pero luego vino un gol detrás de otro”.
Otro de los partidos que contribuyó a cimentar la leyenda del Real Madrid fue la final de 1958 contra el Milán. “Para mi había un pique extra además porque con ellos jugaba Schiaffino, que era de Peñarol”, recuerda Santamaría. Aquel duelo se resolvió en la prórroga con un gol de Gento. Los mismos veintidós hombres que habían iniciado la final terminaron derrengados dos horas después sobre césped del estadio de Heysel. “Los cambios se introdujeron después en el fútbol. Además en aquella época el entrenador no tenía a otros diez disponibles para jugar. Las plantillas eran más cortas”, explica el exjugador del Real Madrid, que también fue seleccionador español en el Mundial 82.
“Si corren, no nos gana nadie”
A sus 87 años, Santamaría sigue siendo un ávido observador del fútbol. “Ha cambiado para bien. Los terrenos de juego… antes era todo barro, ahora es un verde precioso. Si te mojabas la ropa, pesaba tres kilos más, las botas se rompían y no había tantos pares como tienen ahora”. En lo que sí detecta una degeneración en el deporte más practicado del mundo es en los valores y el respeto, especialmente hacia la figura del árbitro. “En mi época había mucho más respeto. Solo le podía hablar el capitán. Ahora vemos que le rodean todos, que le dicen de todo… eso tendría que cambiar”.
Santamaría fue uno de los componentes del Madrid que consiguió el doblete de Liga y Copa de Europa en 1958 que ahora ha reeditado el equipo de Zidane casi sesenta años después. “Si corren, no nos gana nadie. El día que alguno se para, la cosa cambia. Hay que salir al campo y trabajar los noventa minutos más los tres de descuento”. Su amor por el Madrid sigue inalterado. “El Madrid es gloria pura. No se puede definir de otra manera“.