José Francisco Molina fue uno de los mejores porteros de su generación. Defendió el arco del Atlético de Madrid en la histórica temporada del doblete de 1996, seguramente el mayor hito de la historia del club del Manzanares. Aquel curso fue además el menos goleado de LaLiga. Jugó 329 partidos en la máxima categoría y en 97 de ellos no encajó ningún tanto.
Con la selección disputó la Eurocopa 2000. Hacia el final de su carrera superó un cáncer de testículos y pudo seguir jugando. Su currículo profesional y vital es impresionante y le pone entre los grandes guardametas españoles de las últimas dos décadas, pero lo primero que nos viene a la mente a muchos aficionados al hablar de Molina es el día que debutó con España… ¡como extremo izquierdo!
Molina casi marca gol
La situación fue la siguiente: Oslo. 24 de abril de 1996. Último partido de La Roja antes de la Eurocopa de aquel verano en Inglaterra. “El acta indicaba cuatro cambios y el portero… pero pensé que eran cinco y el meta”, explicaba el genuino Javier Clemente, seleccionador nacional entre 1992 y 1998. “Hice las cuatro sustituciones para dar descanso a la gente y al ver la lesión de López se puso a calentar Sergi. Pero al darnos cuenta de que no estaba inscrito en el acta, he hablado con Molina, le he explicado la situación y se lo ha tomado bien”.
El estupor inicial pronto dio paso al asombro al ver las habilidades de Molina con los pies a lo largo de los diez minutos que estuvo sobre el césped. Cinco pases correctos a sus compañeros, un par de cambios de juego interesantes y un puñado de desmarques después, el portero ya era uno más dentro del paisaje ofensivo de España. “Al principio me pareció un poco raro cuando Clemente me dijo que iba a jugar. Pero en cuanto vi que era en serio, le dije, ‘pues nada, a lo que sea’”. El culmen de su participación, que supuso su debut con la selección, fue una jugada por la derecha que Molina terminó desde la frontal del área con un disparo cruzado que salió a escasos centímetros del palo.
Gil critica a Clemente
A quien no le agradó la anécdota fue a Jesús Gil, por entonces presidente del Atlético de Madrid. “No me ha gustado porque no me parece una decisión seria ni edificante”, dijo el peculiar mandatario, fallecido en 2004. “Si Gil ha criticado lo que he hecho tengo que decir que no tiene por qué gustarle lo que yo haga. Pero reconozco que es un tema que se nos ha ido de las manos”, respondió Clemente.