Luis Enrique ya es historia del Barcelona. El técnico cerró con la victoria en la Copa del Rey contra el Alavés un periplo de tres años en el que ha ganado nueve de los trece títulos que ha disputado. Dos Ligas, una Champions League y el segundo triplete del club quedarán para siempre en el palmarés del asturiano, cerca de Pep Guardiola en cuanto a logros deportivos pero lejos del carisma que acompañó siempre al arquitecto del mejor Barcelona de todos los tiempos.
¿Más victorias que cariño?
Los datos de la era Luis Enrique respaldan que su mandato ha sido un completo éxito. Se marcha con el 75% de victorias (más que nadie en la historia del Barcelona), siendo el cuarto entrenador en llevar al club a ganar la Champions League y el sexto en número total de partidos dirigidos. Aunque en los otros dos años ni siquiera ha alcanzado las semifinales, en 2015 lideró al Barcelona a su único campeonato de Europa en los últimos seis años. Pese a esta impresionante tarjeta de presentación, nunca alcanzó el reconocimiento mediático y popular del que sí gozó Guardiola.
De más a menos
Luis Enrique asumió el 2014 la misión de reconstruir a un Barcelona que venía de un año en blanco. Aunque los comienzos no fueron sencillos, el asturiano revitalizó a un conjunto que había dado síntomas de agotamiento. Con él volvimos a ver la mejor versión de hombres como Piqué, Dani Alves o Messi. Fue inteligente para aprovechar las últimas dosis de calidad de Xavi y creó un sistema que potenció las virtudes de la MSN. El mejor Barcelona de Luis Enrique fue el conjunto azulgrana más vertical que se ha visto en los últimos años pero manteniendo las líneas maestras de las señas de identidad del club en el centro del campo.
Gracias Mister! pic.twitter.com/lNY0r44bgB
— Neymar Jr (@neymarjr) May 29, 2017
Pero el Barcelona de Luis Enrique ha acabado siendo un equipo exageradamente de delanteros. Messi, Luis Suárez y Neymar forman probablemente el mejor ataque de este siglo, pero en el centro del campo han perdido la preponderancia que les permitió dominar el fútbol en la era Guardiola. La retirada de Xavi, la irregularidad de Iniesta y el flojo año de Busquets (en comparación con su nivel) han impedido al Barcelona jerarquizar el juego. La falta de adaptación de los André Gomes, Denis Suárez o Arda tampoco le ha permitido dinamizar la medular. La escasa aportación del banquillo y la comparación con el del Madrid van al debe del técnico.
El día que casi acaba Luis Enrique
San Sebastián. Estadio de Anoeta. Cinco de enero de 2015. Unas horas después de que el Valencia interrumpiera una racha de 22 victorias consecutivas del Real Madrid, dando al Barcelona la opción de ser líder. El equipo azulgrana perdió por 1-0 en un encuentro que Messi inició en el banquillo. Medios de Barcelona informaron al día siguiente de un altercado del argentino con el psicólogo de Luis Enrique.
El Marca decía esto 24 horas después. “A Messi no le gusta cómo está trabajando Luis Enrique. No le gustan sus planteamientos en los que sin motivos aparentes deja en el banquillo a varios titulares. Eso sucedió en San Sebastián y también en Almería. Y el problema es que este sentimiento no es único. Hay otros jugadores, pesos pesados del vestuario, que opinan lo mismo que Messi. No entienden algunos planteamientos de su técnico y tampoco le gusta el trato humano que reciben. Pintan bastos en el vestuario”. Zubizarreta, entonces director deportivo, fue el damnificado de la mala imagen del equipo en Anoeta.
A partir de ahí el Barcelona y Luis Enrique giraron la temporada. Ganaron dieciocho de los veintiún partidos restantes en LaLiga y además del campeonato doméstico también levantaron la Copa del Rey y la Champions League. Lucho, que estuvo con un pie fuera después de Anoeta, terminó manteado en Berlín después de conseguir la quinta Copa de Europa en la historia del club.