Canterano del Real Madrid. Mejor infantil de Europa. Taxista. Superviviente a un tumor en el tobillo. Estrella de la Liga Boliviana. En los menos de cuarenta años de Gerardo Berodia caben varias vidas. Siempre con el fútbol como hilo conductor, su existencia ha sido una montaña rusa de emociones en la que el esfuerzo y el trabajo siempre han sido innegociables. Berodia ha atendido a Digital Football Community para hablar de fútbol de élite y también de fútbol de barro. Excompañero de Iker Casillas y con la mochila cargada de experiencias, también conversamos de la suerte, esa caprichosa que desde fuera puede dar la impresión que le ha dado la espalda. “En el fútbol hay muchas cosas que no controlas, pero me inclino a pensar que en la vida recoges lo que siembras”. En un mundillo en el que intervienen cientos de factores internos y externos, Digital Football Community es una red social profesional de fútbol que sirve de herramienta a jugadores amateur y profesionales para obtener visibilidad. Es la pequeña ayuda de DFC en un entorno en el que el futuro puede cambiar en un instante.
Estrella adolescente del Real Madrid
Desde los tres años Berodia ha sido socio del Real Madrid. Ir al Santiago Bernabéu es algo que recuerda desde que tiene uso de razón. Cuando llegó a la década de vida, una llamada del club de sus amores le puso en el lugar que siempre había soñado estar. “Te puedes imaginar mi ilusión”, recuerda. “Al principio vas con un poco de miedo de si vas a encajar, de ver lo que te vas a encontrar… pero la verdad es que deportivamente todo fue rodado. Llegué un jueves y el sábado ya estaba jugando de titular”. En La Fábrica coincidió durante varios años de formación en infantiles y alevines con futbolistas como Iker Casillas o Borja Fernández. “Y cada año estaba entre los mejores. Fui pasando todas las etapas sin problema, disfrutando mucho. Con quince años me nombraron mejor infantil de Europa”.
En la película Match Point, de Woody Allen, hay una reflexión sobre la suerte que utiliza una metáfora tenística. “La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas se escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea el borde la red y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue adelante y ganas o no lo hace y pierdes”. En plena curva de aprendizaje, cosechando éxitos en la cantera del Madrid y con grandes expectativas de futuro, Berodia fue diagnosticado de un tumor en el tobillo que le apartó del fútbol. Quince años después y atravesando probablemente su mejor momento deportivo en Bolivia, un accidente de su hijo le obligó a volver a España.
- ¿Cree en la suerte?
- (Duda y piensa varios segundos). No sé qué decirte, la verdad. Creo que, en general, en la vida recoges lo que siembras. Es cierto que hay detalles que no controlas (un entrenador, una lesión…) que pueden marcar tu carrera en el fútbol. Pero otras muchas sí que dependen de ti. Siempre he vivido para este deporte, me he cuidado y no he bebido ni fumado nunca. Eso lo podía controlar y es lo que me ha permitido jugar hasta ahora. Cuando estaba a muy buen nivel en Segunda B sí que pensaba que sin el tumor podía haber llegado, pero aquello ocurrió y no te queda otra que seguir luchando y buscar una solución.
Volver a empezar
El problema de salud le apartó de la rueda del fútbol. Una actividad que había centrado su día a día y había dado forma a buena parte de su círculo de amistades fue progresivamente cayendo en el olvido. Como siendo parte de una vida pasada. “La verdad es que poco a poco dejé de tener contacto con la gente del fútbol. Empecé a ser un chaval normal en ese sentido que quedaba con mis amigos y hacía la vida de cualquier adolescente”, explica Berodia. Pero al cabo de un tiempo las cosas comenzaron a volver a su lugar. “Al principio me habían dicho los médicos que me olvidara de poder jugar de nuevo, pero todo salió mejor que la previsión más optimista. Al año y medio me empecé a encontrar bien y decidí volver”. Empezaba una carrera desde abajo. Alcorcón, Rayo Majadahonda o Lugo le llevaron a pasar por Preferente, Tercera, Segunda B y Segunda. “Nunca me he vuelto a sentir como antes del tumor, pero eso no lo he tomado como una excusa. Me he tenido que reinventar y perfeccionar algunos aspectos de mi juego que antes eran debilidades”. Después de alcanzar la categoría de plata con el Lugo, Berodia decidió cambiar de continente y aceptar una oferta de Bolivia
Una estrella en Bolivia
A partir del Mundial de 2010 y de la victoria de la selección en Sudáfrica, el número de futbolistas españoles en el extranjero ha crecido exponencialmente. Berodia fue un pionero en Bolivia, jugando en las filas del Jorge Wilstermann. “Cuando llegué, en 2012, me convertí en el primer español en jugar en allí profesionalmente”. Su irrupción en el campeonato boliviano fue volcánica. Un contrato de un año se revisó después de jugar tres partidos y se multiplicó por tres en duración. Fue nombrado mejor jugador de los primeros torneos Apertura y Clausura que jugó y abrió una veta para los futbolistas españoles. “En mi segunda temporada había doce jugadores de nuestro país”, cuenta. Esta globalización del fútbol es uno de los motores que nos empujaron a crear Digital Football Community. Las oportunidades están ahí fuera, cada vez hay más mercados emergentes y poder tener un perfil profesional con tu currículum futbolístico y vídeos puede ser la diferencia para recibir una oferta interesante de cualquier parte del planeta.
En un equipo que mueve alrededor de 25.000 personas cada partido en las gradas, Berodia tuvo la oportunidad de vivir la parte ‘glamourosa’ del fútbol, una que parecía que le iba a ser esquiva. “Es impresionante cómo lo viven allí. El club tenían unas infraestructuras muy buenas y una seriedad notable a la hora de hacer las cosas”. En poco tiempo se convirtió en un ídolo de masas que ocupaba portadas de revistas y era elegido por marcas para anunciar sus productos. “Fue una etapa muy bonita a nivel deportivo que además me dio una estabilidad económica que me permitió ir pagando cosas que había pendientes”. El abrupto final llegó por un accidente de su hijo. Como ha hecho toda su vida, Berodia buscó soluciones a los imprevistos de la vida.
Taxista y futbolista
Después de ocho años viviendo exclusivamente del fútbol en Segunda B, Segunda y Bolivia, esa vida terminó para Berodia a su vuelta a España. Con la certeza de que este momento llegaría, varios años antes ya había controlado lo que estaba en su mano para garantizarse el pan una vez terminada la carrera como futbolista. “Con 30 compré la licencia de taxi y desde que volví a España estoy trabajando en él. Había hablado con algunos amigos taxistas, la opción me cuadraba económica y vitalmente y me decidí”, explica Berodia, que actualmente compagina su trabajo con el fútbol en Segunda B en las filas del Rayo Majadahonda. “Hace unos años sí que podías vivir del fútbol en esta categoría, pero ahora es imposible”. A veces, la casualidad quiere que esta nueva vida de Berodia se entrelace con la anterior. “Me ha pasado que llevo a gente boliviana en el taxi y me reconocen. Allí me conoce todo el mundo y aquí nadie. Unos chavales que son aficionados del Jorge Wilstermann no se podían creer que les estuviera llevando. Me pidieron fotos, de todo. Es muy bonito ver lo que te admira la gente”. Un nexo entre dos de las muchas vidas que han forjado la persona que hoy es Gerardo Berodia.