Alejandro Figuerola es el entrenador del Porto Cristo femenino. Llegó al futfem casi por casualidad y quedó enganchado a la forma de trabajar, sacrificarse y absorber conocimiento de las mujeres a las que dirige. Como el de muchos entrenadores que tienen el fútbol como un hobby, su sueño es un día poder dedicarse a ello. “Dejaría mi trabajo actual por ser entrenador profesional”, cuenta a Digital Football Community. Para ayudar a enamorados del fútbol anónimos como Alejandro nace DFC, la aplicación que ofrece a los amateur de este deporte la oportunidad de tener visibilidad, un perfil profesional y poder acceder a ofertas de trabajo en clubes de todo el mundo. En la era digital, DFC es la única red social temática donde se reúnen profesionales y amateur con el mismo objetivo: alcanzar sus metas en el fútbol.
“Dejaría mi trabajo de Policía por ser entrenador profesional”
Hace más de veinte años que Figuerola se encaminó hacia los banquillos. Cuando terminó su etapa como juvenil colgó las botas y empezó a entrenar en el Parroquia Ramón Llull, club que presidía su padre y en el que se había desarrollado su carrera como jugador. “La verdad es que eso fue un hándicap más que una ayuda. Siempre que eres ‘el hijo de’ tienes que demostrar el triple”, explica. Después de un par de periodos en barbecho futbolístico por motivos laborales (es Policía Local en Palma), hizo su incursión definitiva como entrenador en 2008. “Ya estaba estabilizado en el trabajo y también a nivel familiar y me lo empecé a tomar más en serio. Me saqué el Nivel 1 y 2 de entrenador y ahora estoy con el 3”.
Maurizio Sarri es el entrenador del Nápoles. Hasta hace unos quince años, cuando tenía 43, compaginaba su trabajo en un banco con el hobby de entrenar por las tardes. El suyo es el sueño que persiguen muchos técnicos amateur que ponen su conocimiento, tiempo e ilusión en lo que, por ahora, solo es un hobby. “Si me dieran lo mismo que gano ahora por entrenar a un equipo de manera profesional, dejaría mi trabajo sin ninguna duda”, reconoce Figuerola, que estaría dispuesto a salir de Baleares para cumplir su meta. Digital Football Community es la primera red social profesional de fútbol. En una industria cada vez más globalizada, DFC ofrece a sus usuarios una visibilidad para su perfil que no entiende de fronteras.
Al fútbol femenino por casualidad
Lo que llevó a Alejandro a empezar a trabajar con mujeres fue su tono de voz. En el 2012 le fichó el Son Sardina con la intención de que entrenara a sus infantiles. “¡Me dijeron que tenía mucho carácter para los niños! Mi tono de voz es muy fuerte y, aunque no sea la situación, a veces puede sonar agresivo y pensaron que para los niños igual era demasiado”, explica entre risas. Esta circunstancia cambiaría su vida en el fútbol. “El deporte femenino tiene algo que engancha”.
Los inicios, en cualquier caso, no fueron sencillos. “Nunca había dirigido a mujeres y al principio a nivel psicológico fue duro porque me tuve que adaptar a muchos cambios. La manera de pensar es diferente y algunas situaciones son impensables con chicos. Para alguien de fuera del fútbol femenino puede chocar. Me llevó un tiempo entender cómo piensa una jugadora de fútbol”.
Superado este proceso de aclimatación y conocimiento, el retorno que Figuerola ha encontrado en entrenar mujeres le llena profesionalmente. “Es que no tiene nada que ver. Yo he llevado equipos de hombres en regional y es otro mundo. Las chicas respetan más la figura del entrenador y siempre quieren saber un poco más. En un senior de chicos en regional te encuentras muchos que van a pasar el rato, a hacer su jugadita si son buenos y que se creen que saben más que tu. Ellas tienen muchísimo más compromiso y dedicación”.
Precaria situación en Baleares
Uno de los principales escollos para el desarrollo profesional de Alejandro, las jugadoras y los actores del fútbol femenino en Baleares es la precaria situación de este deporte entre las mujeres. “Ningún equipo grande (Mallorca o Baleares) quiere saber nada de esto. Tampoco los históricos de la isla. Al final quedamos un puñado de clubes pequeños o segundos clubes de una localidad que estamos apostando por el fútbol femenino”. En todas las Islas Baleares hay tres equipos en Segunda, catorce en Liga Autonómica y una regional con nueve.
El fútbol base femenino directamente no existe. “Hasta infantiles las niñas juegan con los niños y en cadetes ya pasan a senior. En el equipo tengo jugadoras de catorce años con otras que rozan los treinta”, ilustra. “Algunas además empiezan a jugar ya con quince o dieciséis años y les tienes que enseñar lo más básico de cómo posicionarse, hacer coberturas… el ABC del fútbol”. Encontrar jugadoras es uno de los problemas que afrontan casi todos los clubes femeninos. Conscientes de la situación, DFC nace como punto de encuentro entre las jugadoras que quieren buscar equipo y los clubes que necesitan material humano. Las entidades tienen en DFC el lugar perfecto para anunciar pruebas u ofertas de empleo y las jugadoras el entorno para encontrar a quien demanda futbolistas.
Debut en Segunda
Cinco años después de su primera incursión en el fútbol femenino, Figuerola acaba de completar su primera experiencia en categoría nacional como entrenador del Porto Cristo. Antes había desempeñado el cargo de segundo entrenador en la Selección de Baleares. “Ahí me sentí profesional por unos días. Hacíamos concentraciones, me podía dedicar exclusivamente a cosas de la preparación del equipo…”.
El club del levante de Mallorca le contrató después de un inicio calamitoso en la Segunda División. Cogió un equipo que había perdido sus siete primeros partidos con 0.5 goles a favor de media y más de seis en contra. “Cuando me lo ofrecieron, ya les dije: ‘no vengo a salvar la categoría, vengo a salvar el equipo’”, explica. “Descendimos pero mejoramos mucho los números, sacamos algunos puntos y garantizamos la continuidad de un equipo que podía hasta desaparecer”. El objetivo para la temporada que se inicia será regresar a la Segunda División.