Hace un año que nos despertamos un día con el terror. Un avión había caído en Colombia cuando trasladaba a un equipo brasileño de fútbol. Al horror de las cualquier muerte en un accidente aéreo se unía la pena añadida del vínculo que nos une a todos los que amamos este deporte. Nos duelen todos los fallecidos en una tragedia, pero estos eran de los nuestros.
Personas con nuestros mismo gustos, con nuestras mismas aficiones, los mismos ídolos, las mismas rutinas, la misma pasión. ¡Qué tristeza! Y entonces conocimos el nombre del equipo : Chapecoense. Muchos no lo habían escuchado hasta ese día y les resultó complicado al principio. El dolor y la solidaridad interiorizó el nombre del “Chape” dentro de todos nosotros.
Las imágenes que llegaban de Medellín y de Brasil nos hicieron marcar a fuego el color verde de sus camisetas y sus banderas en nuestro corazón. Lloramos y sufrimos por aquellos futbolistas, técnicos, directivos y periodistas que se fueron, por sus familias y amigos, y nos alegramos por los que se salvaron y vemos seguir adelante con sus vidas. De vez en cuando nos enteramos de que han ganado algún partido importante, que las noticias buenas llegan mejor, y nos da una felicidad inmediata. Gracias Chepecoense por darnos esas píldoras de felicidad, gracias por hacernos partícipes de vuestra historia. Ya nunca os vamos a olvidar.