Bélgica es un país de 12 millones de habitantes. Actualmente ocupa el puesto número siete en el Ránking de la FIFA y el valor de mercado de los jugadores de su selección supera los 525 millones de euros en Transfermarkt. Solo el combinado de España tiene una tasación mayor que el belga. Los Hazard, De Bruyne, Lukaku o Carrasco son algunos de los componentes de la llamada Generación Dorada. ¿Cómo ha conseguido un país tan pequeño convertirse en uno de los caladeros de Europa y en candidato a todo en el Mundial 2018? Para descubrirlo, Digital Football Community ha compartido un rato con Bon Browaeys, técnico de la Federación y uno de los artífices intelectuales del nuevo fútbol belga. “No hay nada de casualidad, es el trabajo decidido de casi veinte años”.
Programa de alto rendimiento
En 1998, la Federación belga puso en marcha un programa de alto rendimiento para monitorizar y potenciar el desarrollo de los mejores futbolistas cadetes y juveniles de todo el país. “En Foot-Elite solo pueden entrar los jugadores de las categorías inferiores de Bélgica y los que pasan unas pruebas de selección que se hacen en cada región”, explica Browaeys. Hay ocho academias a lo largo del país donde solo llegan los 300 más prometedores de Bélgica. Jugadores como Thibaut Courtois (Chelsea), Dries Mertens (Nápoles) o Kevin de Bruyne (Man City) pasaron en su etapa de formación por el programa Foot-Elite.
Los chavales seleccionados siguen en su club pero tienen cuatro sesiones extra por semana con los técnicos de la Federación, lo cual les garantiza 250 horas extra de formación top al año. “Además de haber buenos entrenadores están los mejores de cada edad. Eso crea un ecosistema que te ayuda a ser mejor porque cada día estás exigido”. Browaeys, seleccionador Sub 15 y 16 antes de la implantación de este programa, explica las carencias de base que afectaban al fútbol belga. “Tenía que explicarles lo más básico cuando llegaban a la selección. El ABC del fútbol”.
Lo que se busca dentro de Foot-Elite es el desarrollo individual de cada jugador, pues los jugadores no forman un equipo. Para evaluar el progreso de cada futbolista hay objetivos medibles que se analizan por sesión, semana, segmento y año. “Hay una planificación personalizada con cada jugador en base a las fortalezas y debilidades de su juego”.
Adaptación al fútbol moderno
Los procesos de cambio en el fútbol belga empezaron después del batacazo en la Euro 2000 que co-organizaron junto a Holanda. La Federación implantó entonces el 4-3-3 en todas sus categorías para fomentar un juego asociativo y moderno buscando la posesión, el elaborar la jugada desde atrás con paciencia y fomentar el desarrollo de la inteligencia futbolística de los jugadores. “Todo nuestro sistema busca que el idividuo sea capaz de tomar sus propias decisiones y para ello debe tener un gran entendimiento del juego”.
Además de este cambio en sistema, también se hicieron algunas odificaciones en el fútbol base, imitando los ejemplos de Alemania y España. Se cambió el fútbol de 7-7 por el 8-8. La entrada de un jugador más redunda indefectiblemente en la proliferación de la técnica en lugar del físico. Hay menos espacios, la banda la ocupan dos jugadores y una buena habilidad individual tiene más premio que la fuerza y la potencia. “Hasta los siete años buscamos muchos juegos de uno contra uno para que el niño aprenda a manejar el balón lo mejor posible”.
No todos los niños de once años son iguales
La maduración de los niños no es un proceso homogéneo ni lineal. Hay algunos que crecen y se desarrollan antes y otros que lo hacen con efecto retardado. Es por eso que la Federación de Bélgica no clasifica el talento por edades, sino por ‘fase de maduración’. Lo hace en tres categorías: Maduración adelantada, promedio y tardía. “A los catorce años buscamos el potencial, no actuaciones exuberantes”.
Dries Mertens ha marcado esta temporada más de treinta goles en el Nápoles formando una eléctrica tripleta ofensiva junto a Insigne y Callejón. Si hubiera nacido una década antes, probablemente su menudo físico (ahora mide 1.69) se habría perdido en el industrializado fútbol belga. “Era suplente en su equipo pero nosotros le seguíamos trayendo a la selección y a nuestro programa Foot-Elite”, recuerda con orgullo Browaeys. Hoy es uno de los estiletes del refrescante fútbol belga, una inabarcable suministradora de talento para las grandes ligas de Europa que todavía tiene que consagrarse en una gran cita. Tras llegar a cuartos de final en el últimos Mundial y Eurocopa, el planeta fútbol sigue esperando la explosión definitiva.
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