Hemos visto jugar maravillosamente al Barcelona durante mucho tiempo y hemos visto al equipo ganar y también perder, porque incluso jugando bien se pude perder. También, menos veces, le hemos visto jugar mal, porque es imposible jugar siempre bien. Lo que hacía mucho tiempo que no se veía era un Barça que, además de jugar mal, no tuviera alma. El equipo que salió al Bernabéu en la vuelta de la Supercopa pareció un grupo hundido, deprimido y sin autoestima. La media hora de ninguneo a la que fueron sometidos los azulgranas por el Real Madrid nos mostró a unos futbolistas bloqueados, desconfiados y perdidos. El sistema de tres centrales dispuesto por Valverde no ayudó, porque el equipo perdió las pocas rutinas a las que se puede agarrar ahora mismo. Desconcertados por el repaso del rival, no hubo nadie que tirase de los compañeros para detener la sangría de juego y ocasiones que se les venía encima. Las caras de los jugadores eran de terror y de impotencia. El Barça fue durante media hora un guiñapo de equipo.
Más allá del momento excelso de juego por el que pasa el Real Madrid, los blancos superaron al rival en confianza y seguridad. El Barça se sabe ahora mismo inferior. La salida de Neymar ha sido terrorífica para el vestuario, sabedores de que el desborde, la calidad, imaginación y capacidad de amedrentar al rival que tenía el brasileño va a ser imposible de recuperar. El medio campo azulgrana, que lleva varias temporadas disminuyendo su potencial, no ha encontrado recambios ni alternativas. Los jugadores que han ido llegando, los últimos años no han aportado nada: Arda Turan, André Gómes, Denis Suárez, Alcácer, Digne, Douglas , Aleix Vidal… Los que se han salvado de la quema tampoco han sacado nota, porque Ter Stegen y Umtiti no han hecho un Barça mejor. La columna vertebral del Barça se ha ido haciendo mayor y tampoco no ha sido posible inyectarle células madre de la cantera.
Los dos partidos de la Supercopa ante el Madrid han retratado un equipo desconfiado e inseguro, a pesar de contar con una bomba futbolística como Messi. El argentino también parece contagiado de la depresión.
Los nuevos jugadores que van a llegar tendrán un tiempo importante de adaptación, el mismo que necesitará Ernesto Valverde para encontrarles el lugar adecuado en el equipo para que aporten lo mejor que tengan.
El panorama a corto plazo es muy complicado y mientras tanto el Real Madrid va en velocidad de crucero.